Année : 2020
ONLINE MANIFEST FOR A CURRENT ART
Manifiesto frente a la crisis mundial
su firma para apoyar el manifiesto:https://forms.gle/NGwtK8oZcueR7FeP6
Abundan los análisis desde todos los horizontes para cambiar nuestros paradigmas, nuestros valores, nuestra gobernanza política, económica, social, ecológica, cultural, local y planetaria y nuestros comportamientos individuales, para repensar nuestras prácticas en materia de salud pública, educación, comercio y para revalorizar la sociedad civil frente a la lógica dominante de nuestros gobiernos. Se habla de todo, a menudo de forma contradictoria. Pero no se puede evitar escuchar el silencio ensordecedor de un gran ausente en este concierto de urgentes llamadas al cambio: el arte. Pero también en el campo del arte, la « normalidad » que nos ha llevado a una catástrofe planetaria debe ser profundamente repensada.
-La creatividad individual de « todo es arte » iniciada por Dada, Fluxus, el happening, el arte de las más diversas instalaciones, ha tenido sus virtudes creativas, no se puede negar. Pero esta libertad extrema, que nos liberó de los clichés del arte y la sociedad, y celebró la alianza del arte con la vida, inevitablemente, como las vanguardias exacerbadas de los años sesenta y setenta, alcanzó un grado de capricho individual, saturación, sinsentido y agotamiento de sus modalidades expresivas, que hoy en día desvían del mismo al público elitista, y al que el público en general nunca se ha adherido. Y el mundo ha cambiado considerablemente en el ínterin, exigiendo nuevos compromisos artísticos.
-En cuanto al « market art » globalizado, con demasiada frecuencia sin sentido y mediocre, su fibra de mercado lo ha reducido a un mero producto financiero de la especulación en las pocas manos de coleccionistas extremadamente ricos, fabricantes y destructores de costillas escandalosas que estallarán como burbujas de jabón iridiscentes. Ya no es ni siquiera el « suplemento de alma » del capitalismo desregulado que lo ha instrumentalizado, sino una inversión vulgar: hechos principescos, puertos libres y subastas. Esta deriva desconcertante ha matado el mercado tradicional de coleccionistas y galerías que amaban fielmente a los artistas que apoyaban a largo plazo. Se ven reducidos a convertirse en artesanos que comercian con redescubrimientos estéticos para los nuevos ricos o, si prefieren seguir siendo auténticos exploradores del mundo actual, pequeños, marginales y miserables autoempresarios en un mercado global que los ignora y los reduce a mendigar a las puertas de los programas caritativos de las instituciones culturales gubernamentales, si las hay, en sus propios países.
– Hoy en día nos enfrentamos a una convulsión global que ya no permite que este « normalizado » se deje llevar. La crisis, con sus paradojas irreconciliables entre la economía, la ecología, la salud pública y el respeto por el hombre, nos ha encerrado en un laberinto del que ya no podemos salir. Sin embargo, debemos actuar rápidamente para sobrevivir en este vórtice oscuro acelerado. Frente a los peligros planetarios, la espiral vertical de los filósofos posmodernos ha perdido toda credibilidad. ¿Cómo pueden negar, como también persisten en hacerlo los matemáticos de la astrofísica, y mientras se demuestra en la geología y las ciencias de la vida, la poderosa singularidad de la flecha del tiempo en nuestra historia humana, bajo la tensión creativa entre la entropía y la neguentropía, rompiendo con la repetición, selección y adaptación darwiniana, creando divergencias irreversibles. Necesitamos repensar el arte y la sociedad, tanto el uno como el otro, que son inseparables, a fin de aprovechar nuevos compromisos en esta perturbación mundial.
Todo lo que es real es fabulador, todo lo que es fabulador es real, pero debemos saber elegir fabulaciones que traigan esperanza colectiva y eviten las alucinaciones tóxicas que nos han llevado a esta crisis mundial que no tiene fin con su procesión de sufrimiento humano. Por lo tanto, debemos poner fin al cinismo de la resignación postmoderna, así como a la irresponsabilidad del aventurerismo antropoceno, al insignificante deambular « todo es arte », así como a la trivial deriva del « market art ». Hay que darle un sentido al arte. Hay que darle un arte al sentido. Es cierto que no hay progreso en el arte, pero el arte cambia el mundo.
-Del escándalo de esta crisis surge una conciencia aumentada e hiperhumanista gracias a la multiplicación de hipervínculos digitales que nos informan en tiempo real a escala planetaria, imponiéndonos la obligación y la responsabilidad de un arte filosófico en busca de una ética planetaria, un tecnohumanismo en sintonía con nuestra época, respetando tanto el poder como la fragilidad de la naturaleza, atento al equilibrio entre el hombre y la naturaleza así como a los derechos humanos fundamentales universales, incluyendo nuestra diversidad y las poblaciones más vulnerables. La ética personal y planetaria comienza con el respeto a la naturaleza. Si no creemos en el hombre, no hay solución.
Hervé Fischer, mayo de 2020, Montreal.
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MANIFESTO FOR AN ART OF TODAY
in the face of the global crisis
Analyses abound from all horizons to change our paradigms, our values, our political, economic, social, ecological, cultural, local as well as planetary governance and our individual behaviors, to rethink our practices in public health, education, trade, and to revalue civil society in the face of the overarching logic of our governments. It is all part of it, often contradictorily so. But one cannot help but hear the deafening silence of a great absentee in this concert of urgent calls for change: art. Yet in the field of art too, the « normality » that has led us to a planetary catastrophe must be profoundly rethought.
-The individual creativity of « anything is art » initiated by Dada, Fluxus, the happening, the art of diverse installations, has had its creative virtues, there is no denying it. But this extreme freedom, which freed us from the clichés of art and society, and celebrated the alliance of art with life, inevitably, like the exacerbated avant-gardism of the 1960s and 1970s, reached a degree of individual whim, saturation, nonsense and exhaustion of its expressive modalities, which today divert the elitist public from it, and to which the general public has never adhered. And the world has changed considerably in the meantime, calling for new artistic commitments.
As for globalized « market art », too often meaningless and mediocre, its market fiber has reduced it to a mere financial product of speculation in the few hands of extremely rich collectors, makers and un-doers of outrageous ribs that will burst like iridescent soap bubbles. It is no longer even the « soul supplement » of the deregulated capitalism that has instrumented it, but a vulgar investment: princely facts, free ports and auctions. This bewildering drift has killed the traditional market of collectors and galleries who faithfully loved the artists they supported on a long-term basis. They are reduced to becoming artisans trading aesthetic rediscoveries for the nouveau riche or, if they prefer to remain authentic explorers of today’s world, small, marginal and miserable self-entrepreneurs in a global market that ignores them and reduces them to begging at the doors of the charitable programs of government cultural institutions, if any, in their own countries.
– Today we are faced with a global upheaval that no longer allows this « normalized » letting go. The crisis, with its irreconcilable paradoxes between economy, ecology, public health and respect for mankind, has locked us in a labyrinth from which we can no longer find a way out. Yet we must act quickly to survive in this accelerating dark vortex. In the face of planetary dangers, the vertical spiral of postmodern philosophers has lost all credibility. How can they deny, as mathematicians in astrophysics also persist in doing, and while it is demonstrated in geology and the life sciences, the powerful singularity of the arrow of time in our human history, under creative tension between entropy and negentropy, breaking with Darwinian repetition, selection and adaptation, creating irreversible divergences. We need to rethink art and society, one as much as the other, which are inextricably linked, in order to seize new opportunities in this global disruption.
-Everything that is real is fabulatory, everything that is fabulatory is real, but we must know how to choose fabulations that bring collective hope and avoid the toxic hallucinations that have led us to this world crisis that is never-ending with its procession of human suffering. We must therefore put an end to the cynicism of postmodern resignation as well as to the irresponsibility of anthropocene adventurism, to the insignificant wandering of « anything is art » as well as to the trivial drift of « market art ». Let’s give a sense to art. Let’s give an art to sense. There is no progress in art, but art changes the world.
–From the scandal of this crisis emerges an augmented hyperhumanist consciousness thanks to the multiplication of digital hyperlinks that inform us in real time on a planetary scale, imposing on us the obligation and responsibility of a philosophical art in search of a planetary ethic, a technohumanism in tune with our times, respecting the power as well as the fragility of nature, attentive to the balance between man and nature as well as to universal fundamental human rights, inclusive of our diversity and the most vulnerable populations. The personal and planetary ethic begins with respect for nature. If we do not believe in Man, there is no solution.
Hervé Fischer, May 2020, Montreal.
your signature to support this manifesto:https://forms.gle/NGwtK8oZcueR7FeP6
MANIFESTE EN LIGNE POUR UN ART ACTUEL
FACE À LA CRISE PLANÉTAIRE
Les analyses abondent de tous horizons pour changer nos paradigmes, nos valeurs, nos gouvernances politiques, économiques, sociales, écologiques, culturelles, locales aussi bien que planétaires et nos comportements individuels, pour repenser nos pratiques de santé publique, d’éducation, de commerce, revaloriser la société civile face aux logiques surplombantes de nos gouvernants. Tout y passe, contradictoirement souvent. Mais force est d’entendre le silence assourdissant d’un grand absent de ce concert d’appels urgents à mutations : l’art. Pourtant dans le domaine de l’art aussi, la « normalité » qui nous a menés à une catastrophe planétaire doit être profondément repensée.
-La créativité individuelle du « n’importe quoi est art » initiée par Dada, Fluxus, le happening, les installations les plus diverses, a eu ses vertus créatives, on ne saurait le nier. Mais cette liberté extrême, qui nous libérait des poncifs de l’art et de la société, et célébrait l’alliance de l’art avec la vie, a inévitablement, comme l’avant-gardisme exacerbé des années 1960-70, atteint un degré de caprice individuel, de saturation, de non-sens et d’épuisement de ses modalités expressives, qui en détournent aujourd’hui le public élitiste, et auxquelles le grand public n’a jamais adhéré. Et c’est sans compter que le monde a considérablement changé entre temps, appelant à de nouveaux engagements artistiques.
-Quant au « market art » globalisé, trop souvent vide de sens et médiocre, sa fibre marchande l’a réduit à un simple produit financier de spéculation entre les quelques mains de collectionneurs richissimes, faiseurs et défaiseurs de côtes outrancières qui éclateront comme des bulles irisées de savon. Il n’est même plus le « supplément d’âme » du capitalisme déréglé qui l’a instrumenté, mais un vulgaire placement : faits du prince, ports francs et enchères. Cette dérive ahurissante a tué le marché traditionnel des collectionneurs et des galeries qui aimaient fidèlement les artistes qu’ils soutenaient durablement. Ceux-ci en sont réduits à devenir des artisans commerçants de redites esthétiques pour nouveaux riches ou, s’ils préfèrent demeurer des explorateurs authentiques du monde actuel, de petits autoentrepreneurs marginaux et miséreux dans un marché mondial qui les ignore et les réduit à quêter aux portes des programmes de bienfaisance des institutions culturelles gouvernementales, s’il en existe dans leur pays.
– Nous sommes aujourd’hui confrontés à un bouleversement planétaire qui ne permet plus ce laisser aller « normalisé ». La crise, avec ses paradoxes inconciliables entre l’économie, l’écologie, la santé publique et le respect de l’homme, nous a enfermés dans un labyrinthe dont nous ne trouvons plus l’issue. Il nous faut pourtant agir rapidement pour survivre dans ce vortex obscur en accélération. Face aux dangers planétaires, la spirale verticale des philosophes postmodernes a perdu toute crédibilité. Comment peuvent-ils nier, comme s’y obstinent aussi les mathématiciens en astrophysique, et alors qu’elle est démontrée en géologie et dans les sciences de la vie, la singularité puissante de la flèche du temps dans notre histoire humaine, sous tension créatrice entre entropie et néguentropie, en rupture avec la répétition, la sélection et l’adaptation darwinienne, créant des divergences irréversibles. Il faut repenser l’art et la société, l’un autant que l’autre, qui sont inséparables, pour saisir de nouvelles chances dans cette disruption mondiale.
-Tout ce qui est réel est fabulatoire, tout ce qui est fabulatoire est réel, mais il faut savoir choisir des fabulations porteuses d’espoir collectif et éviter les hallucinations toxiques qui nous ont conduit à cette crise mondiale qui n’en finit plus avec son cortège de souffrances humaines. Il faut donc en finir avec le cynisme de la résignation postmoderne aussi bien qu’avec l’irresponsabilité de l’aventurisme anthropocène, avec l’errance insignifiante du “n’importe quoi est art” aussi bien qu’avec la dérive triviale du « market art ». Il faut donner un sens à l’art. Il faut donner un art au sens. Certes, il n’y a pas de progrès en art, mais l’art change le monde.
-Du scandale de cette crise émerge une conscience augmentée, hyperhumaniste grâce à la multiplication des hyperliens numériques qui nous informent en temps réel à l’échelle de la planète, nous imposant l’obligation et la responsabilité d’un art philosophique en quête d’une éthique planétaire, un technohumanisme en accord avec notre temps, respectant la puissance aussi bien que la fragilité de la nature, attentive à l’équilibre homme/nature autant qu’aux droits fondamentaux universels de l’homme, inclusive de notre diversité et des populations les plus vulnérables. Si nous ne croyons pas en l’Homme, il n’y a pas de solution.
Hervé Fischer, mai 2020, Montréal.
SOLIDARITÉ AVEC LE LIBAN
Appel international à signatures pour soutenir le manifeste pour un art actuel
Kiáltvány a ma művészetéért a planetáris válság fényében
Manifeste en ligne pour un art philosophique et éthique
votre signature pour appuyer ce manifeste:
MANIFIESTO EN LÍNEA PARA UN ARTE ACTUAL
Hervé Fischer, mayo de 2020, Montreal.
MANIFESTO FOR AN ART OF TODAY
Hervé Fischer, May 2020, Montreal.
Manifesto online per l’arte attuale di fronte alla crisi globale
Hervé Fischer, maggio 2020, Montreal.