Manifiesto frente a la crisis mundial
Abundan los análisis desde todos los horizontes para cambiar nuestros paradigmas, nuestros valores, nuestra gobernanza política, económica, social, ecológica, cultural, local y planetaria y nuestros comportamientos individuales, para repensar nuestras prácticas en materia de salud pública, educación, comercio y para revalorizar la sociedad civil frente a la lógica dominante de nuestros gobiernos. Se habla de todo, a menudo de forma contradictoria. Pero no se puede evitar escuchar el silencio ensordecedor de un gran ausente en este concierto de urgentes llamadas al cambio: el arte. Pero también en el campo del arte, la « normalidad » que nos ha llevado a una catástrofe planetaria debe ser profundamente repensada.
-La creatividad individual de « todo es arte » iniciada por Dada, Fluxus, el happening, el arte de las más diversas instalaciones, ha tenido sus virtudes creativas, no se puede negar. Pero esta libertad extrema, que nos liberó de los clichés del arte y la sociedad, y celebró la alianza del arte con la vida, inevitablemente, como las vanguardias exacerbadas de los años sesenta y setenta, alcanzó un grado de capricho individual, saturación, sinsentido y agotamiento de sus modalidades expresivas, que hoy en día desvían del mismo al público elitista, y al que el público en general nunca se ha adherido. Y el mundo ha cambiado considerablemente en el ínterin, exigiendo nuevos compromisos artísticos.
-En cuanto al « market art » globalizado, con demasiada frecuencia sin sentido y mediocre, su fibra de mercado lo ha reducido a un mero producto financiero de la especulación en las pocas manos de coleccionistas extremadamente ricos, fabricantes y destructores de costillas escandalosas que estallarán como burbujas de jabón iridiscentes. Ya no es ni siquiera el « suplemento de alma » del capitalismo desregulado que lo ha instrumentalizado, sino una inversión vulgar: hechos principescos, puertos libres y subastas. Esta deriva desconcertante ha matado el mercado tradicional de coleccionistas y galerías que amaban fielmente a los artistas que apoyaban a largo plazo. Se ven reducidos a convertirse en artesanos que comercian con redescubrimientos estéticos para los nuevos ricos o, si prefieren seguir siendo auténticos exploradores del mundo actual, pequeños, marginales y miserables autoempresarios en un mercado global que los ignora y los reduce a mendigar a las puertas de los programas caritativos de las instituciones culturales gubernamentales, si las hay, en sus propios países.
– Hoy en día nos enfrentamos a una convulsión global que ya no permite que este « normalizado » se deje llevar. La crisis, con sus paradojas irreconciliables entre la economía, la ecología, la salud pública y el respeto por el hombre, nos ha encerrado en un laberinto del que ya no podemos salir. Sin embargo, debemos actuar rápidamente para sobrevivir en este vórtice oscuro acelerado. Frente a los peligros planetarios, la espiral vertical de los filósofos posmodernos ha perdido toda credibilidad. ¿Cómo pueden negar, como también persisten en hacerlo los matemáticos de la astrofísica, y mientras se demuestra en la geología y las ciencias de la vida, la poderosa singularidad de la flecha del tiempo en nuestra historia humana, bajo la tensión creativa entre la entropía y la neguentropía, rompiendo con la repetición, selección y adaptación darwiniana, creando divergencias irreversibles. Necesitamos repensar el arte y la sociedad, tanto el uno como el otro, que son inseparables, a fin de aprovechar nuevos compromisos en esta perturbación mundial.
Todo lo que es real es fabulador, todo lo que es fabulador es real, pero debemos saber elegir fabulaciones que traigan esperanza colectiva y eviten las alucinaciones tóxicas que nos han llevado a esta crisis mundial que no tiene fin con su procesión de sufrimiento humano. Por lo tanto, debemos poner fin al cinismo de la resignación postmoderna, así como a la irresponsabilidad del aventurerismo antropoceno, al insignificante deambular « todo es arte », así como a la trivial deriva del « market art ». Hay que darle un sentido al arte. Hay que darle un arte al sentido. Es cierto que no hay progreso en el arte, pero el arte cambia el mundo.
-Del escándalo de esta crisis surge una conciencia aumentada e hiperhumanista gracias a la multiplicación de hipervínculos digitales que nos informan en tiempo real a escala planetaria, imponiéndonos la obligación y la responsabilidad de un arte filosófico en busca de una ética planetaria, un tecnohumanismo en sintonía con nuestra época, respetando tanto el poder como la fragilidad de la naturaleza, atento al equilibrio entre el hombre y la naturaleza así como a los derechos humanos fundamentales universales, incluyendo nuestra diversidad y las poblaciones más vulnerables. La ética personal y planetaria comienza con el respeto a la naturaleza. Si no creemos en el hombre, no hay solución.
Hervé Fischer, mayo de 2020, Montreal.
Hervé Fischer, mayo de 2020, Montreal.
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